El dolor es una experiencia convertida en objetivo de ventas, pues la salud y sus asuntos no escapan a nuestra visión comercial de la vida.
Evitar lo desagradable cueste lo que cueste es la consigna.
El dolor es una experiencia que se siente y que se aprende. Es un sentido primitivo y útil para evitar situaciones catastróficas.
El cerebro interpreta el dolor, lo aprende y lo anticipa. De esta manera a lo largo de la vida sabemos que el fuego quema y que el agua moja. Los bebes deben aprender a dar significado a lo que su cuerpo ya está dotado para sentir. Desde pequeños asignamos por tanto una emoción a las sensaciones y no dejamos de hacerlo a lo largo de toda nuestra vida. Al comenzar a interpretar el dolor comenzamos a sufrirlo.
El calor excesivo, igual que el frío son desagradables. Nos empujan a quitarnos ropa o a abrigarnos. ¿Pero qué ocurre por ejemplo cuando es nuestro cuerpo el que produce estas extremas sensaciones? Cuando nos sube la fiebre, por ejemplo, podemos llegar al punto de arder y tiritar a un tiempo.
Los fármacos, tan útiles cuando se administran bajo prescripción médica, se convierten en sustancias peligrosas cuando se consumen sin pauta ni conocimiento.
A menudo confundimos un síntoma, que es la señal que sentimos cuando algo no va bien en nuestro cuerpo, con la causa que lo provoca. A menudo tomamos decisiones equivocadas al consumir un fármaco por nuestra cuenta y riesgo para acallar ese síntoma.
La fiebre, y la inflamación, por ejemplo, son reacciones naturales y necesarias que nuestro cuerpo utiliza para controlar y reparar daños. Es bien cierto, que estas reacciones pueden provocar daños mayores si se alargan en el tiempo, o si su intensidad no se controla pero quien debe decidir con criterio estos extremos es un médico.
La industria farmacéutica a través de sus campañas publicitarias constantes y una buena parte de profesionales de la medicina, debido a una práctica pobre en información y rápida en la prescripción, han instaurado un hábito en la población que ya se detecta como peligroso: el consumo mal pautado de productos potencialmente tóxicos si son mal administrados.
Las bases de una buena recuperación en salud son:
- Conocer la enfermedad: tener un diagnóstico
- Seguir las pautas de tratamiento y finalizar el plan de tratamiento
- Informarnos de que debemos hacer y que no para no volver a enfermar o para mantener el problema bajo control.
- No tomar decisiones sobre los tratamientos de terapia que nos han aconsejado sin consultarlo con el profesional adecuado.
Fuentes de imagen
http://www.psyciencia.com/2014/12/14/5-tratamientos-para-el-dolor-cronico/
http://www.taringa.net/posts/salud-bienestar/15134921/La-Adiccion-a-los-farmacos.html